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“Perdí a mi esposa por la maldita falta de medicamentos”…

“Perdí a mi esposa por la maldita falta de medicamentos”…

Mientras familias sufren, el abasto se mantiene estancado en 72 almacenes estatales y última milla. Lo reconoce 4T: contempla 12 mil 552 unidades, pero hasta ahora ha cubierto 487, el 4%.

Los reportes médicos refieren: “Falta de medicamentos por desabasto”, o “cambio de medicamentos por falta de los indicados originalmente”. Marisela Román, de 46 años, murió el 24 de noviembre pasado en el Hospital Regional 66 del IMSS de Ciudad Juárez, Chihuahua.

“Estuvo un año en tratamiento por leucemia linfoblástica, pero nunca recibió el tratamiento indicado por el médico, siempre le tenían que cambiar medicinas porque no había. Algunas básicas como prednisona o filgrastim las surtían con mucho tiempo de retraso, ¿ya para qué?”, narra Nicolás Méndez, su esposo.

“Traigo mucho coraje e impotencia -se sincera el hombre-. En julio nos habían dicho que lo peor había pasado, pero en agosto el especialista salió de vacaciones por un mes y la institución no lo suplió. Cuando regreso, ordenó estudios de urgencia, por una recaída: ella necesitaba tratamiento inmediato, pero tuvo que esperar más de un mes. La perdí por la maldita falta de medicamentos”.

Apenas una historia, en medio de un océano de dolor. Tras la muerte de su compañera, Nicolás no sólo interpuso quejas ante la institución responsable, Derechos Humanos y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, sino una demanda ante la FGR contra quien resulte responsable por el delito de responsabilidad profesional, contemplado en artículos 228 y 229 del Código Penal Federal.

Mientras familias sufren, el flujo de medicamentos por el país se mantiene estancado…

“Los almacenes estatales están desbordados, sin espacio, por eso hay muchos rechazos. No hay capacidad logística. Tampoco se homologó documentación y trámites”, dice Carlos Ramos, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Distribuidores.

Las autoridades de Salud reconocen dilación, en especial en los 72 almacenes habilitados en los estados, a donde nueve operadores logísticos contratados por el gobierno deben depositar las cargas: “Se sobrecargaron los almacenes, con ayuda de la Sedena los estamos liberando. Se están haciendo mejoras, porque hemos visto cuellos de botella en la recepción”, admite Alejandro Calderón, titular de la Coordinación Nacional de Abastecimiento.

“Si fuera el caso que uno de los operadores no estuviera haciendo bien su trabajo, utilizaremos otros, lo que nos ha pedido el presidente es que los medicamentos lleguen hasta el paciente”, asegura Juan Ferrer, director del Insabi.

Pero justo ahí está el atorón más inquietante: en el tramo de entrega a enfermos. A principios de diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la incorporación del Ejército a labores de distribución en la fase conocida como “última milla”. Ya antes había nombrado al general en retiro Jens Pedro Lohmann como director de Birmex, la otra institución abocada a transportar medicinas hasta centros de salud, clínicas y hospitales, en coordinación con los estados.

Sin embargo, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, a este trabajo sólo se han sumado tres entidades del país: Guerrero, Tlaxcala y Veracruz. Las otras 29 están pendientes por falta de flotillas de vehículos e infraestructura, en fase de planeación o han sido renuentes.

La 4T contempla abastecer 12 mil 552 unidades médicas, pero hasta ahora ha cubierto 487, menos del 4 por ciento.

En el mejor de los escenarios, aun suministrando en esas 12 mil, estaría muy lejos de una cobertura nacional exitosa, pues el propio gobierno ha hablado de 22 mil 578 sitios. Y qué decir si se toman en cuenta los 41 mil 552 lugares registrados en el catálogo de Clave Única de Establecimientos de Salud (CLUE).